2.4.13

Trato o nada

Después me dicen que si no aprovecho el tiempo y no, no. Tiene defecto de fábrica, está acelerado. Que me  envíen lo estafado a casa con un lazo rojo de seda, una onza de chocolate y el talento de meterlo en el buzón sin arrugarlo. Y entonces dejaré de adelantar los relojes diez minutos.

Pero mis dos horas en babia mirando la ventana van a seguir ahí, encajadas entre las columnas de latas de galletas y cuadernos a medio escribir. Apilados, tambaleándose y con dos cucharaditas de azúcar.

Porque el azúcar siempre va de dos en dos.