De amigos, amores y robots sin corazón

Puede que sea de los que ponen punto al final de los mensajes por chat, puede que sea de esos a los que nunca se les entiende cuando escriben de tantas faltas y acortaciones que ponen. Puede que sea de los que gritan cuando están contentos, o de los que gritan cuando se enfadan. Puede que sea de los que cierran los ojos cuando sopla el viento porque el aire les molesta, o de los que los abren porque no quieren perderse ni un segundo de su vida. Puede que sea de los que cuando se enfadan se van dando portazos, o de los que cierran la puerta suavemente, indignados, o de los que no se van de la habitación. Puede que sea de los que nunca lloran, o de los que lloran siempre, de los que no quieren que sepas que han llorado o de los que vienen a buscar consuelo en ti. Puede que sea de los supersticiosos, o puede que sea de los que adoran los gatos negros, la ropa amarilla y los martes trece.
Puede que os hayáis odiado, o amado, o que no os conozcais.

Puede que tenga razón, o puede que no la tenga, pero existís.

Y con un poco de suerte (o no), algún día los reconoceréis.